El ratón de los dientes
- FundaciónSonriendoConAmor

- 18 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 abr
El ratón Pérez es un pequeño ratoncito de ciudad. Vive con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. El agujero no es muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida.
Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a recoger harina y todo lo que encontraran para comer .
Un día el ratón Pérez escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros... parecía que alguien se estaba mudando.
Al día siguiente el ratón Pérez volvió a subir queriendo investigar más allá de lo que había antes, descubriendo algo que le encanto muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental.
A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el Doctor Carlos . El miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón.
Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina... Siendo así como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso.
Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos... Todos querían que el ratón Pérez les arreglara sus preciados dientes.
Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras querían recuperar sus dientes para entonces morder todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratón Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él.
Decidió como hacía casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica del Doctor Carlos a mirar. Allí vio cómo el doctor le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacía en una gran fábrica que estaba hecha para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.
Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande.
El doctor le ayudó al niño encantado con la emoción del pequeño, después de cumplir con su labor el Doctor le dio al niño su diente como recuerdo de lo valiente que había sido. Entonces al ratón Pérez se le ocurrió una idea fantástica, más que fantástica, una idea ¡Quesastica!
-"Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente"- pensó.
Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. Por lo tanto el ratón Pérez esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido observando atentamente su diente dejándolo después debajo de su almohada para mantenerlo seguro.
Al pobre ratón Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo, y se lo contó a todos sus amigos del colegio.
Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge dejándoles a cambio un bonito regalo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.




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